La Compañía de Jesús en Bolivia comunicó que la investigación que se instruyó para conocer la veracidad de la denuncia contra el jesuita L.M.R.P. (+) por pederastia, realizada en 2019, “revela la verosimilitud de lo denunciado”, informó la agencia ANF.
La entidad admitió, en el comunicado, que no actuaron de la manera correcta para evitar el hecho.
“Como religiosos asumimos que, en su momento, las medidas de prevención para evitar este hecho no fueron las apropiadas, por lo que pedimos perdón”, señala un comunicado público.
Asimismo, la comunidad religiosa aseguró que adoptó protocolos de prevención y atención a las denuncias de las víctimas que permitirán “garantizar ambientes sanos y seguros”, conscientes de su responsabilidad para cuidar de todas las personas, en particular de los menores de edad.
“También queremos ratificar nuestro compromiso para atender esta dolorosa y vergonzosa realidad con total firmeza, bajo la consigna de tolerancia cero ante los abusos a menores y personas vulnerables”, agrega el comunicado.
El acusado, de origen español, llegó a Bolivia hace varias décadas y trabajó en proyectos de educación, en una parroquia y un colegio. En sus últimas días vivía en una casa de reposo de la Compañía de Jesús.
En marzo de 2019, se ordenó una “investigación previa” que indague el caso del sacerdote, cuando aun estaba vivo. La denuncia de pederastia la hizo un ex miembro de la orden que se basó en una treintena de fotografías explícitas en las que dijo reconocer al agresor de varios menores, informó la agencia EFE en ese entonces. La acusación contra el presbítero L.M.R.P. se basó en una colección de fotos, cuyo registro informático es de 2002, que fue hallada en los años 90 en una comunidad jesuita de Bolivia.
En las imágenes, el cura aparece junto a varios niños de entre siete y 12 años en distintas situaciones donde habría supuestamente toques en partes íntimas, a las niñas les sube el vestido, las besa y las manosea, con una mano por debajo de su ropa.
Según el denunciante, que pidió el anonimato, las agresiones ocurrieron en una población rural del oriente del país, donde el sacerdote pasó varios años de su actividad.
El aludido, en 2019, negó haber tenido contactos sexuales con menores y consideró lo sucedido como algo de “mal gusto”, prefirió guardar silencio cuando se le preguntó sobre aspectos específicos de las imágenes. || Red Uno.
