Tras las pisadas de los asesinos: Plan fallido, deudas y droga en el sangriento triple crimen

Los jóvenes cruceños fueron asesinados en otro sitio, los subieron al auto y luego los abandonaron.

¡Está chorreando sangre de un automóvil blanco!, el mensaje que se propagó entre los pobladores de la comunidad de Ayopaya de Ivirgarzama, municipio de Puerto Villarroel, Cochabamba. La Policía llegó al lugar y cuando abrieron las puertas y la cajuela del auto Toyota Probox, sin placa de control, la escena los impactó: en el interior yacían sin vida tres jóvenes. Álex Eriberto A.L., de 31 años; Carlos Alfredo C.R., de 33 años y Darwin Fabián A.Ch., de 27 años.

A los primeros los mataron a tiros y luego pusieron sus cuerpos, uno encima de otro, en el maletero de la vagoneta, mientras al tercero le hicieron un corte profundo en el cuello y le causaron quemaduras en el rostro. Su cadáver estaba detrás del asiento del conductor.

Al principio, se hablaba de un sobreviviente, Limbert K.O., chofer del vehículo donde encontraron los cadáveres, pero luego fue vinculado con el hecho criminal. A los cuatro días de la tragedia, capturaron a un segundo sospechoso, Augusto C., quien tenía droga en su casa y habría usado un arma de fuego. Los dos imputados por asesinato se encuentran con detención preventiva en las cárceles de San Sebastián Varones y San Antonio, mientras otros presuntos autores o partícipes del macabro triple asesinato, ocurrido la madrugada del 30 de junio, están siendo buscados.

El escalofriante hallazgo sembró temor en los vecinos. ¿Quién o quiénes los mataron?, ¿Por qué?, ¿Para qué?, son algunas de las preguntas que se hacen los familiares de las víctimas.

Una supuesta deuda, narcotráfico y una entrega fallida rodean el triple asesinato.

EL ÚLTIMO VIAJE

Darwin Fabián A.Ch., de 27 años, se graduó 11 días antes de su muerte. Estudió ingeniería comercial en la Universidad Autónoma Gabriel René Moreno, Santa Cruz, y amaba el fútbol. Días antes de la tragedia, sus amigos lo contactaron y lo convencieron de viajar a Cochabamba para visitar la Feicobol, que estaba en sus últimos días, y pasear por la ciudad, según sus familiares.

Eran Álex Eriberto A.L., piloto privado, y Carlos Alfredo C.R., vendedor de autos y prestamista, quien dejó un niño huérfano de padre. Sus amigos pasaron por él en una movilidad. Darwin les dijo a sus padres que viajaría por tierra y que retornaría en unos cuatro o cinco días y luego comenzaría a tramitar su título profesional porque ansiaba ejercer para que su padre y su madre dejen de trabajar. Su familia no conocía a Álex Eriberto ni a Carlos Alfredo, pero dicen que su hijo era bastante sociable y tenía muchos amigos.

La última llamada que Darwin hizo a su familia fue el miércoles. Les dijo que estaba bien y que el jueves, día de su asesinato, estaría llegando a Santa Cruz. Los jóvenes cruceños se habrían quedado a pernoctar la noche del 29 de junio en la región del Trópico. Estaban en la mitad del camino que los llevaría a su destino, pero antes, al parecer, tenían que resolver un asunto pendiente.

EL DÍA DEL CRIMEN

La madrugada del 30 de junio, los cuerpos de las víctimas fueron encontrados en la comunidad de Ayopaya, a cinco kilómetros del poblado. La escena del crimen sería otro lugar. Los jóvenes cruceños fueron asesinados en otro sitio, los subieron al auto y luego los abandonaron. Tenían pensado prenderle fuego a la movilidad para desaparecer toda evidencia, pero, por motivos que se desconocen, no lograron concretar ese plan.

Al principio, se presumía que las víctimas contrataron los servicios de un taxista para ir a desayunar y, mientras hacían ese viaje, fueron interceptados por otros hombres que acabaron con sus vidas.

LAS PISTAS

Según la fiscal departamental de Cochabamba, Nuria Gonzáles, los jóvenes recorrieron una senda de unos 25 kilómetros hasta la zona de San Gabriel, Ayopaya. En ese lugar, habrían tomado contacto con personas que estaban a bordo de otro vehículo. Se generó una discusión por la entrega de “algo de valor” que terminó en la tragedia.

Limbert K.O., chofer del auto donde hallaron los cadáveres, entró en contradicciones y pasó de “testigo clave” y “único sobreviviente” a imputado por asesinato. El comandante departamental de Cochabamba, Rubén Lobatón, dijo que el conductor no fue contratado, por coincidencia, por las víctimas. Del análisis de los teléfonos, establecieron que Limbert, de 30 años, tomó contacto antes con los asesinados.

El segundo implicado, Augusto C.L., cayó la noche del 4 de julio. El hombre, de 28 años, fue detenido en una comunidad distante a unas dos horas del lugar donde ocurrió el triple asesinato. Para la Policía, es uno de los principales sospechosos del crimen.

Augusto habría usado un arma de fuego y tenía droga en su casa, según la Fiscalía. “Es posible que el segundo aprehendido (Augusto C.L.) pudiera haber estado en contacto (con las víctimas u otras personas) y uso de arma de fuego. Esos elementos van a ser corroborados por las pericias que ya han sido dispuestas por el Ministerio Público”, manifestó en recientes días la fiscal departamental de Cochabamba, Nuria Gonzáles.

VÍNCULOS CON EL NARCO

La Fiscalía abrió otro caso por narcotráfico. Con el propósito de dar con los autores, la Policía realizó dos allanamientos en propiedades del Trópico. En la casa de Augusto C.L. hallaron 1.200 gramos de marihuana y 20 gramos de cocaína, según el comandante de la Policía de Cochabamba, Rubén Lobatón.

“Hemos colectado indicios que servirán para la investigación (…). Personal fue al lugar y logramos establecer las circunstancias en las que ocurrieron las muertes, es decir dónde les dispararon primero y dónde cayeron los cuerpos. Hemos colectado manchas hemáticas y otros indicios para realizar la reconstrucción”, señaló el jefe policial a tiempo de mencionar que el Comando conformó un equipo multidisciplinario de investigadores que se desplazó al Trópico para esclarecer el hecho de sangre.

Según la Fiscalía, unas cinco personas participaron en el triple asesinato. Al respecto, Lobatón dijo que ya identificaron a otro presunto implicado más y que están tras sus pasos.

UNA VIDA DE LUJOS

Viajes, vehículos, joyas, relojes, motos, fiestas y otros lujos mostraban en sus redes sociales Álex Eriberto A.G. y Carlos Alfredo C.R. “Vivan la vida que les tocó vivir”, era una de las frases que acompañaba los videos publicados por el piloto en TikTok donde se lo veía volando, en viajes, fiestas o piscinas.

Los amigos mostraban lujos en sus redes sociales donde aparecen con seudónimos. Carlos Alfredo C.R. estaba siendo buscado por la Fuerza Especial de Lucha Contra el Crimen (FELCC) de Santa Cruz por presuntos delitos de asociación delictuosa, concusión y cohecho pasivo. Fue vinculado de formar parte de una organización que robó 30 mil dólares a un comprador de autos en febrero de 2021.

Según las investigaciones, el afectado se comunicó con un vendedor de autos y cuando iban a concretar la compra-venta fue interceptado por una patrulla policial de donde descendieron dos uniformados y tres civiles que le sustrajeron su dinero alegando que esos recursos provenían del narcotráfico.

Uno de los victimados tenía antecedentes por falsedad ideológica y material, estafa y violencia doméstica. De Darwin se conoció que recientemente se graduó y no pertenecía a una familia adinerada.

PILOTO APARECE EN UNA FOTO CON IMPLICADO

Álex Eriberto A.L., piloto asesinado, aparece en una fotografía con Augusto C., principal sospechoso del triple asesinato. El 13 de diciembre de 2021, el implicado subió una fotografía con Álex y la puso de perfil en su cuenta de Facebook. Se conocían desde antes y, al parecer, tenían una amistad.

Augusto declaró que se dedica a la agricultura en Ivirgarzama. En 2021, realizó publicaciones en Facebook donde ofrecía en venta movilidades.

El primer detenido también es del lugar.

JUSTICIA

Las familias de las víctimas exigen justicia. Los papás de Darwin Fabián A.Ch. piden que el caso se esclarezca. “Mi hijo era estudioso. Estaba recién graduado y tenía muchos planes a futuro. Tenía muchos amigos, pero los jóvenes con los que estaba no eran sus amigos ni del colegio ni de la universidad. No los conocíamos”, declaró su madre ante medios de comunicación.

Asimismo, una familiar de Carlos Alfredo C. dijo, en entrevista con Red Uno, que su hermano no estaba involucrado en “malos pasos”. Aseguró que el victimado se dedicaba a la venta de autos y era prestamista. “Él denunció a dos personas que le debían dinero. Pedimos que se haga justicia y se esclarezca el caso porque no puede quedar en la impunidad”.

Dijo que su hermano se trasladó a Cochabamba con la intención de comprar una movilidad.

DOS TRIPLES ASESINATOS EN NUEVE DÍAS

Dos triples crímenes ocurridos en junio aterrorizaron a los bolivianos. Las muertes de los tres jóvenes cruceños es el segundo caso en nueve días, entre el 21 y el 30 de junio.

El primero se registró el martes 21 de junio donde los policías Eustaquio Olano y Alfonso Chávez y el voluntario del Grupo de Apoyo Civil de la Policía Boliviana (GACIP) José David Candia Orozco fueron acribillados y abandonados en la tolva de una camioneta policial en la comunidad de Los Cuchis de Porongo, Santa Cruz.

Las investigaciones dan cuenta de una emboscada donde habría participado Misael Nallar, yerno del capo del narco Jesús Einar Lima Lobo, y sus guardaespaldas, entre ellos colombianos, quienes realizaron al menos 17 tiros para acabar con la vida de los uniformados que llegaron al lugar por denuncia de vecinos que alertaron sobre la conducción peligrosa de teryx y cuadratracks.

Según los avances investigativos, los policías estaban patrullando la zona cuando se percataron que un grupo de personas conducía teryx y cuadratracks bajo efectos del alcohol por lo que se aproximaron para exigirles que dejen de realizar esas maniobras riesgosas, pero fueron apedreados y uno de ellos agredido físicamente. De acuerdo con las huellas de los motorizados en el lugar, establecieron que los oficiales fueron emboscados y, esa situación, provocó que la camioneta policial quede atrapada en la arena. Para defenderse, los uniformados hicieron uso de gas pimienta.

El grupo se alejó del lugar, mientras los policías, con dificultades para comunicarse por la cobertura telefónica, reportaban lo ocurrido y pedían auxilio mecánico. La ayuda llegó y sacaron el vehículo de la arena, pero cuando pretendían retornar a su unidad fueron interceptados por sus verdugos. Dos o tres hombres, con chalecos verdes y armados, descendieron de una movilidad.

Los asesinos obligaron a los policías y al voluntario del GACIP a bajar de la camioneta policial. Los obligaron a arrodillarse y a colocar sus manos en el suelo, mientras ellos se pusieron detrás y una “ráfaga de disparos”, con armas largas calibre 7.62 y 5.56, acabaron con sus vidas.

12 de los 17 disparos segaron la vida de los uniformados; cuatro impactos mataron a Olano, dos a Chávez y seis a Candia.

Los autores dispararon antes a la patrulla policial. Los impactos de bala llegaron a la puerta lateral derecha y a la llanta delantera. Nallar, junto a otros dos detenidos, dio positivo a la prueba de guantelete, es decir, tenía restos de nitrato y nitritos que demuestra que hizo uso de un arma de fuego.

Por este caso, Nallar, al igual que otros dos hombres, recibió la detención preventiva, por seis meses. Cumple esa medida en el penal de Chonchocoro de La Paz, mientras las otras dos personas, un boliviano y un colombiano, están recluidos en las cárceles de Palmasola de Santa Cruz y El Abra de Cochabamba.

Asimismo, dos policías fueron enviados a la cárcel de Palmasola por haber dejado que John Walter Tibaduiza, buscado como presunto autor del triple crimen, salga del país. Las investigaciones por ambos casos continúan y los familiares de las víctimas esperan que todos los autores materiales e intelectuales sean capturados y recluidos en cárceles.

 

/Opinión.

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