Generación Escalera: “la pulga, de la pulga del perro”

SOCIOTOPIA

Por: Rufo Moreno

Se hizo inquietante la conversación entre un grupo de activistas políticos, que, reunidos entre sí, se miraron fijo y uno atino a decir, “somos una generación escalera”, una combinación de términos que alternan dos conceptos, “generación” y “escalera”, la primera haciendo referencia a un grupo social que mantiene ciertas conductas e ideas similares, como que comparten el mismo tiempo, las mismas creencias, al mismo gobierno y las mismas frustraciones.

Por el contrario el término “Escalera”, que hace referencia a una salida más política, como es la de identificar a aquellas personas que a menudo son utilizadas para temas políticos, para proclamas, que hacen de seguidores “levanta banderas”, de mostrar parte de una masa, de ser parte de una serie de eventos prebéndales dónde sólo son objeto de consumo y marketing político, de mostrar cierta musculatura del candidato o partido, para después en el peor y rigor de los casos, ser desplazados, alejados y olvidados, sólo sirviendo en tiempos de campaña política, sólo siendo sujetos de “escalera”, para que otro tome el poder, u otro se beneficie con su sacrificio.

Así, ese grupo inquieto de redescubrirse, mirándose en una mezcla de vergüenza y gracia por su desdicha, atinaron a decirse también, “somos la pulga, de la pulga, del perro”, como una sensación de identificarse con la especie política, más baja, sin trascendía, sin influencia, olvidado en el polvo de las ideas y sueños frustrados, sin si quiera tener algo de dignidad propia, tras sentirse que todo esfuerzo de años y tal vez décadas, no valieron nada, mirando con impotencia, como ven pasar los diferentes gobiernos  en sus manos, como agua de acequia pasar no más la vida.

No obstante, esta generación que prácticamente nació con un gobierno, que logró tener conciencia política en un contexto de reformas establecidas, de un pasado, que era cerca, pero que jamás lo conoció por que, tras el cambio del sistema político, todo quedo en el pasado.

Se disponen a reorganizarse, contribuyen sus análisis de la coyuntura política, buscando acompañar con algunas reflexiones teóricas, con un poco más de orientaciones en discursos de líderes de opinión, como también de la necesidad de salir de esas celdas mentales y sociales que de pronto les han marcado por el largo de su recorrido de adolescentes, jóvenes y ya ahora en una temprana edad de vida profesional sin atisbos de un horizonte político que les llene de pasiones.

Ahí se regodean de las últimas conversaciones, de las meticulosas acciones de política de alianzas, de los subrepticios acuerdos, arreglos, tramas y la incesante necedad de ser por excelencia conspiranoicos, de “serruchar” a todo aquello que alcance para por lo menos tener alguna migaja de poder, de esa necesidad de existencia cuando se está en constante confrontación, de disputar el poder, aunque en un reducto pequeño.

No sé sienten menos, disfrutan sus motas que a menudo se inventan para definirse, “Traga Valde”, “WakaBola” “MankaGasto”, “Cuerpo de Bidón”, “Taparaku”, “Mariposa Gorda”, “Qaraullo”, y así se van etiquetando con  las suculentas y hábiles palabras entremezcladas y capturadas al azar, tras una carga de  reafirmación de su identidad criolla.

Esa generación escalera, se cansó de ser simple paso de políticos, simple levanta banderas y ver cómo pasa el tiempo por sus narices, sin ser protagonistas, de su propio futuro, de su propio destino, que ahora cada vez es más presente, tras la ultranza de las malas decisiones políticas.

A veces y en ciertas ocasiones se dicen a sí mismos, que “más vale ser cabeza de Ratón que cola de León”, comprendiéndose que es preferible ser el primero y mandar en una comunidad, aunque sea pequeña, que ser el último en otra mayor, como para repensarse en una situación de aparente gobernador chiquito, aunque de su propia junta vecinal.

 

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