Escape a los Andes

Un empresario minero de Bolivia salvó a miles de judíos durante la Segunda Guerra Mundial, que terminó en Europa hace hoy 78 años

Vista del Laboratorio de M. Hochschild en Potosí, Bolivia en 1932 | Imagen de archivo

Por: José Zepeda*

Escape a los Andes, el rescate de miles de judíos que encontraron refugio en Bolivia. Robert Brockmann y Raúl Peñaranda recrean la vida controvertida de un empresario judío-alemán, Mauricio Hochschild, que lo arriesga todo por salvar vidas. Escape a los Andes habla de las primeras cuatro décadas del siglo pasado, de un mundo que se resquebraja, pero hoy su vigencia es plena. Especialmente ahora que se conmemora el 8 de mayo de 1945, cuando se produjo la rendición incondicional de Alemania. Así, la liberación de Europa fue una realidad.

Hablamos con uno de los autores, Raúl Peñaranda

Jesé Zepeda: Escape a los Andes tiene como protagonista a Mauricio Hoschild pero a la vez es el retrato de una época y de un momento histórico. Me gustaría comenzar al revés, de lo general a lo particular. En ese tiempo, el trabajo minero en una nación minera como Bolivia era tan precario que se parecía demasiado al trabajo esclavo.

Raúl Peñaranda: En parte es verdad. Las condiciones de vida de los trabajadores mineros, de las tres empresas más importantes, las de Oswald, Patiño y Aramayo, eran condiciones paupérrimas. Los salarios miserables, las condiciones laborales y la cantidad de horas que se trabajaban conformaban una situación muy difícil para los mineros.

Sin embargo, eran los que mejor estaban. Pese a su situación tan dramática, vivían mejor que otros obreros y que los campesinos.

JZ: Quisiera creer que aquellos rigores inhumanos son parte de una historia pasada.

En gran parte sí. A partir de los años 30 del siglo pasado en Bolivia, y creo que, en el mundo, se han hecho reformas laborales importantes. Esas condiciones de vida y salarios tan bajos son parte del pasado, pero en Bolivia persiste mucha miseria y sigue siendo un país con casi el 50% de la población bajo la línea de la pobreza. O sea, con todas las mejoras, lamentablemente sigue siendo mucho lo por hacerse.

JZ: ¿En qué medida me equivoco si digo que Hochschild fue un empresario sagaz y siempre presto a aprovechar las debilidades, ignorancias e ingenuidades de sus contrapartes para incrementar su fortuna?

RP: Era sagaz, inteligente, con una capacidad para mirar en donde estaban las oportunidades de negocios. Una persona que antes de que terminara la década del 20 ya era el segundo hombre más rico de Bolivia. Había encontrado oportunidades donde otros no se las imaginaban.

Era rescatista. Es decir, compraba mineral a terceros para vender al exterior. Pero había muchas dudas de cómo se definía la ley de ese mineral, si abusaba o no de los que le vendían. Muchas veces le vendían mineral robado a otros empresarios y que él terminaba comprando. Creo que aprovechaba todas las oportunidades que se le dieron y una especialmente, poder tener relación con la empresa Berzelius. Esta fundidora de Alemania le permitía vender mineral de muy baja ley que adquiría a muy bajo precio en las colas y desmontes de las minas. Gracias a ese contacto podía vender mineral de muy baja ley con una gran utilidad, y era el único que lo hacía en Bolivia.

JZ: La otra cara de la medalla. Este hombre, ajeno a la candidez, decide poner su poder, su fortuna, a dos causas: salvar la mayor cantidad de judíos posibles de la furia asesina nazi y apoyar a los aliados poniendo a su disposición el estaño de Bolivia. ¿Es posible presumir las razones íntimas para ambos objetivos?

RP: Este es un empresario frío, al que le interesan los negocios, las utilidades. En ese tiempo creo que no se usaba ese nombre, pero ahora se le llama, “tiburón”. Por otro, lado tiene la faceta de salvar judíos y estar en el lado correcto de la historia.

Nosotros tenemos una hipótesis y es que, de manera gradual, Hochschild comenzó a comprender la seriedad de la situación en Europa y sobre todo en Alemania. Entidades judías internacionales lo buscaban para pedirle recurrir a Bolivia. ¿Puedes recibir a refugiados? Él siempre decía que no, que era imposible, que Bolivia era un país atrasado, remoto, con poca población, sin vías de comunicación internas. No obstante, empieza a apoyar a judíos para que vayan a Argentina y paga la llegada. Además, busca recursos de otros para financiar los viajes. En Argentina había una gran comunidad judía desde fines de 1800. En algún momento de 1939 Mauricio asume que las puertas de Argentina se cierran. También Chile impide que lleguen judíos. Lo mismo en Uruguay, en Perú. Es ahí en donde asume: a ver, si no pueden ir a ninguna parte más, Bolivia es el último país razonable. Entonces acepta el desafío. ¿Por qué lo hace un hombre desprendido de sensibilidades? Tal vez en algún rincón de su conciencia entendió que eso es lo que tenía que hacer.

Salvar a 12.000 personas antes de la guerra y a otros que llegaron después a Bolivia, es algo muy grande.

Es una personalidad dual. Por un lado, aprovechando todas las oportunidades de hacer negocios, incluida la explotación a sus obreros y por otro lado, dando su dinero a manos llenas, entregando su tiempo y usando sus contactos para este propósito. Todo eso hace al personaje interesante, multidimensional.

JZ: Cuando leí el libro Escape a los Andes por alguna razón misteriosa me acordé de la película Los Diez Mandamientos. Hay una escena donde el faraón escucha las quejas del que va a ser el futuro faraón, Ramsés II, sobre su hermano Moisés por los yerros que éste comete en contra de la de la dinastía. Y a cada yerro Moisés agrega una pesa en un lado de la balanza. Y al final, cuando le toca a él, toma un ladrillo y la inclina hacia el otro lado totalmente, con lo que son sus virtudes. ¿A qué lado de la balanza se inclina el fiel de la balanza en el caso de Hochschild?

RP: Creo que se inclina hacia el bien con todo lo que se le puede criticar. Hay que medirlo con la vara de esos años, no con la de hoy. Salvar a 12.000 personas antes de la guerra y a otros que llegaron después a Bolivia, es algo muy grande.

Ahí está el proverbio talmúdico “Quien salva una vida, salva al mundo entero” (Mishná 4:5)

Puso su dinero, su tiempo. Seguramente estaba tan imbuido del salvataje que dejó de encargarse de sus empresas.

Así, entre el bien y el mal, el bien es notoriamente más importante.

JZ: Durante aquella época, no una, no dos, sino muchas naciones europeas con argumentos similares restringieron severamente la acogida de emigrantes judíos. Hubo aquí razones económicas, pero hubo consideraciones ajenas a la solidaridad humana e incluso muy ajenas.

RP: Exactamente. El cierre de los países europeos, Estados Unidos mantenía una cuota muy rígida que ni siquiera se cumplía. Había 500.000 judíos en Alemania y Estados Unidos tenía una cuota de 30.000. O sea, se habrían necesitado 12 o 13 años para que todos pudieran salir y ni siquiera se cumpliese esa cuota de los 30.000.

Hay un evento interesante que está en el libro y es que hay una campaña en Estados Unidos para que se aumente la cantidad de personas que puedan llegar como refugiados, pero sobre todo menores de edad. Al mismo tiempo hay una campaña en contra y las encuestas señalaban que la gente no apoyaba la iniciativa. Pero luego hubo otra cuando empezaron los bombardeos contra Inglaterra. La gente si quería aceptar a niños ingleses. Había un antisemitismo, un racismo difícil de procesar y entender. Incluso podríamos decir que muchos de estos niños judíos alemanes, eran rubios, lucían como europeos. No hacía un tema el color de la piel, sino su religión. En muchos de los países prevaleció el antisemitismo, la desconfianza con los que profesaban esa religión. Es realmente muy triste, sólo hace un siglo atrás.

JZ: Qué bueno que lo señale, porque acabo de acordarme que ustedes hacen muy bien diciendo que ya en el año 1215 se impuso la obligación de que los judíos llevaran algo que los identificara. Historia aparte. Curioso el comportamiento de algunas naciones latinoamericanas en la época. Cerraron las puertas a los inmigrantes judíos perseguidos por los nazis y luego de terminada la Segunda Guerra mundial, abrieron esas mismas puertas para recibir a jerarcas del Tercer Reich. Es como para pensarlo.

RP: Es totalmente cierto, realmente terrible. ¿Cómo se puede explicar una situación así? ¿Cómo puedes estar del lado errado? No después de conocer toda la barbarie, porque, antes de conocerla, uno podría decir no había información. Pero después de conocer la barbarie, terminada la guerra, abiertos los campos de concentración, y aun así, qué difícil encontrar una respuesta.

En el caso de los judíos polacos, por ejemplo, habían sido llevados a campos de concentración e, increíblemente habían sobrevivido. Una cantidad pequeña que volvió a sus casas y encontraron antisemitismo después de todo lo sucedido. Seguían siendo agredidos y en algunos casos asesinados después de la guerra. alcanzaban su casa y resulta que algún vecino ya la había tomado. Aparecían ellos, en las peores condiciones físicas. Incluso allí hubo antisemitismo y muchos de ellos tuvieron que salir de Polonia.

Curiosamente, 8000 de ellos llegaron a Bolivia porque el país seguía con sus puertas abiertas para estos desposeídos.

Pero realmente es muy importante lo que dices. ¿Cómo podemos estar a ojos vista, errados en las decisiones que tomamos?

JZ: Por eso que es oportuna la aparición del libro Escape a los Andes, porque a pesar de contar una historia que muy pronto va a cumplir un siglo, tiene una vigencia tan plena que en estos instantes tenemos una guerra. Ahí, a la vuelta de la esquina, tenemos el resurgimiento de un antisemitismo feroz. Y una tentación totalitaria en muchos países. Y no hablo solo de América Latina.

RP: Es verdad. Creo que el mundo ha aprendido en este siglo, pero queda tanto por hacer. No estamos en la situación espantosa de los años 30 y 40 del siglo pasado, afortunadamente, porque peor que eso no ha habido en la humanidad.

En América Latina hay 7 millones de venezolanos que han tenido que salir de su país, y muchas veces han recorrido a pie el continente para tratar de ser recibidos en otro país. Han encontrado desprecio, rechazo.

Defender los derechos del pueblo judío no significa que no podamos criticar la política del Estado de Israel.

JZ: Así como es recomendable que aquellos que tienen tentaciones totalitarias y discriminadoras lean Escape a los Andes, quisiera creer también que es recomendable para las autoridades del gobierno de Israel, que debería tener más presente que nunca, que la solidaridad siempre debe ser con el caído.

RP: Es verdad. Nosotros mencionamos en el epílogo del libro, que hay que recordar a otros pueblos sojuzgados y esa es la palabra que usamos. Uno de esos pueblos es el palestino. Defender los derechos del pueblo judío no significa que no podamos criticar la política del Estado de Israel.

Los judíos y cualquier persona en el mundo tienen derecho a que sus derechos sean protegidos. En ese sentido hay que hablar del tema palestino porque, aunque no es el foco de esta entrevista persiste una situación en la que ese pueblo no ha podido desarrollar todos sus derechos y todas sus libertades, y el derecho fundamental a un Estado. Hace poco he visto una carta de intelectuales, políticos y líderes judíos de Estados Unidos haciendo precisamente hincapié en esto. Ellos son conscientes de que debe haber una solución para el pueblo palestino.

JZ: Terminemos con una doble reflexión. La primera es mía, la segunda se la pido a usted. En Escape a los Andes hay una suerte de ambivalencia. Por un lado, está la cara oscura de la existencia, la de hoy y la de todos los tiempos en las que pareciera que la humanidad aprende poco de sus peores desgracias. Eso es cierto, pero también es cierto -y esto lo que rescata muy bien Escape a los Andes- que cada vez que hay desgracias, de una u otra manera, aparecen seres humanos dispuestos a darlo todo para salvar la vida del prójimo. Y eso es profundamente alentador y optimista para la humanidad.

RP: Que interesante lo que dices. Hay personas que arriesgan la vida por otros y muchas veces ni siquiera son del mismo pueblo, de la misma etnia, de la misma raza, del mismo país e igual se la juegan. Ahí está la hermosa película Hotel Ruanda sobre el genocidio ruandés y el gerente de un hotel -parte de la vida real- huye con su familia y en un momento dado se baja del camión y le dice a su esposa y a sus hijos: continúen ustedes. Sabía que estaban a salvo. Yo tengo que volver. La familia se lamenta: ¿Cómo vas a volver? Es muy probable que te asesinen. Pero vuelve a salvar a personas que no eran ni siquiera de su etnia.

Este es un ejemplo, seguramente uno de tantos otros. En la misma Segunda Guerra Mundial hubo en Alemania gente como Schindler, el de los más conocidos que, poniendo en riesgo su vida y la vida de su familia, refugiaron a personas en su casa, les dieron alimento, los protegieron.

Artículo publicado originalmente en https://www.opendemocracy.net/es/escape-a-los-andes/

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