El 2 de julio de 2001, unos 40 pequeños prestatarios tomaron la Superintendencia de Bancos en La Paz, se armaron de dinamita y bombas molotov y los instalaron en puertas y ventanas. Los rehenes, 95 entre empleados y policías, entraron en pánico.
En la foto se la ve a Mónica LeMaitre con un collar de dinamitas y a su lado una deudora empobrecida con un cinto de explosivos, que la tuvo a ella amarrada durante tres horas.
El gobierno de Hugo Banzer y los banqueros se habían empecinado en no escuchar la imploración de los prestatarios, la mayoría mujeres que sostenían a su familia con pequeños negocios callejeros o artesanales. La acción violenta les hizo saltar de sus cómodos escritorios.
Cientos de policías fueron movilizados alrededor de la Superintendencia. La iglesia, la Asamblea de Derechos Humanos y la Defensoría del Pueblo mediaron en el conflicto que después de 10 horas de negociaciones liberaron a los rehenes. Pero, el ministro de Gobierno Manuel Suárez ordenó la detención de los “secuestradores y terroristas”, con lo que se ganó un duro comentario de la defensora Ana María Romero: “es una dialéctica de la estupidez”.
Nunca se supo si de la “revisión de caso por caso”, se constató anatocismo, o se suspendieron los procesos civiles de remate de viviendas embargadas, o si perdonaron los intereses penales y multas, o bien puede haber quedado en que “señores la banca nunca pierde”. /Agenda Sindical Bolivia
(Foto La Razón, julio 2001)
